viernes, 1 de mayo de 2009

Carretera

El calor era agobiante, hacia varias noches que no se podía dormir. Los mosquitos parecían aviones.
José se levanto con el amanecer y recogió sus cosas. El viejo reloj de la habitación daban las cinco y media. Se dirigió a la recepción donde se encontraba el conserje durmiendo sobre el escritorio, al sonar la campanilla el anciano se despertó exaltado, tomo las llaves del cuarto, el dinero y con un gesto se despidió.
José tomo la carretera hacia el sur, el viejo citroen no superaba los setenta kilómetros por hora. El viaje se hacia cada vez más insoportable. Luego de varias horas de conducción y escuchando música clásica y un par de paradas en gasolineras, se dio cuenta que se había olvidado las muestras en el viejo hotel. Tenía que volver. En un abrir y cerrar de ojos los pensamientos de frustración invadieron su mente, tenia ganas de llorar. Ya no quería volver. A que debía volver, se preguntaba. El gordo garcía lo tenía loco, nunca hubo un jefe de personal tan jodido. Las ventas no estaban bien, hacia meses que vivía con chirolas, esperaban que le suban las comisiones pero nada.
Detuvo el auto a un costado de la ruta. Se quedo mirando el horizonte por varios minutos. No sabia que hacer. Solo sentía que a esa ciudad, donde ya nada le quedaba, no debía volver.
Leu.-

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